Un Cuento para Regalar en Reyes. El Mejor Regalo del Mundo.

Un hombre quiere hacer el mejor regalo de todos, pero no sabe qué. Sueña que una estrella le guía para conseguirlo y al verla aparecer, comienza su viaje.
Llega a una ciudad de lujosas casas con jardín, donde todos sus habitantes parecen felices.

– Buenos días buena mujer, ¿Qué lugar es este de tanto esplendor?.
– Se llama Prosperidad, aquí todos logran los bienes que desean. Quédate con nosotros y tendrás una vida próspera y feliz.

Por la noche le despiertan ruidos de puertas cerrándose, al levantarse, descubre a la mujer vigilando la entrada.
– ¿Qué haces tan tarde despierta?.
– En esta ciudad nadie duerme por las noches.
– ¿Por qué?.
– Debemos permanecer alertas. Puede venir alguien y quitarnos lo que tenemos.
– ¿Quien vendrá?. Aquí todo el mundo tiene lo que desea.
– Siempre se puede tener más, y hay lugares donde la gente no posee nada.
– ¿Qué importa que se lleven un poco, si lo tenéis todo?.
– Cuanto más tienes, más quieres, más pueden quitarte y más vigilante debes estar.
Prosperidad ya no le parece el mejor regalo y continúa su viaje.

Llega a un pueblo de muchas familias con hijos, verlas cuidándolos con tanta devoción, le parece tan bello, que pregunta por el nombre del lugar.  

– Se llama Amor Incondicional. Aquí todo el mundo es feliz amando a sus hijos, sin importarles cómo son. No los escogemos, los trae el cielo y siempre son bellos para nosotras.
Por la noche le despiertan llantos de niño y lamentos de mujer.  Desvelada, pasea nerviosa.
– ¿Qué haces levantada a estas horas?.
– En este pueblo nadie duerme por las noches.
– ¿Por qué?.
– Nos preocupamos por nuestros hijos. Son carne de nuestra carne y nos inquieta que les pueda pasar algo malo.
– ¿Qué podría ocurrir?.
– Ellos no piensan en el peligro y nosotras sí. Se ponen enfermos, se pierden, se meten donde no deben y tienen accidentes. Imaginando tanto malo, no tenemos descanso.

Amor incondicional ya no le parece el mejor regalo y continúa su viaje. 

Llega a un pueblo con calles llenas de flores y casas bordeando un lago de aguas azules. Hay gentes que ríen, se besan, abrazan y son felices dándose amor y compañía.
Viendo a una pareja mirarse embelesados, le parece tan bello, que pregunta.
– Buenos días, ¿puedo sentarme con vosotros?. Estoy cansado del viaje y se os ve tan felices. ¿Me contáis vuestro secreto?.
– Somos una pareja de enamorados, dichosos de tenernos el uno al otro,  acompañarnos, ayudarnos y compartirlo todo, dándonos amor y gozo.
– Eso es maravilloso y el sitio tan agradable. ¿Cómo se llama?.
– Amor Romántico,  te encantará, quédate a vivir con nosotros.
– Necesitaré compañía, soy un viajero solitario.
– No te preocupes, también encontrarás amor.

Paseando por el pueblo, hay mujeres que se acercan para hablar con él, le invitan a comer y cuando una le da un beso de amor, siente tanta dicha, que amor romántico le parece el mejor regalo de todos.  

Por la noche le despiertan voces alteradas y al levantarse, ve a la pareja discutiendo.
– ¿Qué son esos gritos a estas horas?, ¿Por qué no estáis en la cama?.
– Mi novio se ha enfadado porque ayer fui amable contigo, y yo ahora estoy cabreada con él porque mientras, ligaba con otra.

Nos necesitamos tanto que no podemos vivir el uno sin el otro, pero si alguien nos sonríe, también nos gusta sonreír, eso ocasiona celos y problemas. 

El viajero decide seguir su camino. Llega a una ciudad de casas antiguas pero majestuosas, pareciendo de una cultura olvidada.
Sentada en su jardín, hay una mujer con túnica blanca. Le fascina su rostro de belleza serena, porque transmite madurez y juventud. 

– Puedo sentarme a descansar, vengo de un largo viaje.
– Es el lugar adecuado para reponerte. Aquí no existen dolor, enfermedad o muerte, todo permanece como si el tiempo no existiese.
– Un sitio interesante, ¿cómo se llama?.
Inmortalidad. Si te quedas aquí siempre serás joven y nunca te preocupará el futuro.

El viajero se maravilla, no esperaba un lugar así. Sólo ve rostros bellos y serenos, con ese aire de sabiduría que dan los años, en cuerpos de eterna juventud. Por la noche le despiertan pasos inquietos, todos los habitantes de la ciudad están en lo alto de sus terrazas, arrojando al aire extrañas redes. 

– ¿Qué hacéis a estas horas con ese afán?.
– En esta ciudad nadie puede dormir.
– ¿Por qué?, ¿os preocupa algo?.
– Nos preocupa que nada nos preocupe.
– No lo entiendo, todo el mundo quisiera vivir sin inquietudes.
– Llevamos miles de años en el mismo cuerpo. Lo hemos visto todo, vivido todo y no hay nada nuevo en nuestra vida.
– ¿Para qué echáis las redes al viento?.
– Para atrapar algún sueño que nos ilusione y haga sentirnos vivos, pero ya no hay nada. 

El viajero sigue su camino. La estrella le lleva por tierras cada vez más pobres y árboles escasos, hasta llegar al desierto. En el desolado paisaje, piensa que no habrá nada que merezca la pena. 

– ¿Me habré equivocado al rechazar los anteriores regalos?. Todos eran buenos y ahora no tengo nada. ¿Por qué soy tan exigente y nunca me conformo?. ¿Es mi grandeza o mi perdición?.

La estrella ilumina la cima de una montaña donde cae. Al llegar, el viajero descubre un gran árbol diferente a todos. Crece pegado a la tierra, en un laberinto de ramas tan gordas, que parecen troncos. Es un árbol milenario que cubre casi toda la cima, confundiéndose con las rocas.

– ¿Cómo habrá podido crecer y prosperar en un lugar tan poco propicio para la vida?.

La noche es tan fría que busca refugio entre sus gruesas ramas, cuando se queda dormido, el árbol le habla en sueños. 

Hace mil años la semilla que me dio el ser cayó en este mundo desolado porque mi destino es diferente al de todos, aceptarlo es mi grandeza.
Las circunstancias de tu vida que puedas cambiar, cámbialas, las que no, acéptalas para aprovechar lo que te ofrecen.

Buscando el alimento en lo profundo, me hice el más profundo, resistiendo las inclemencias, el más fuerte y encontrando agua donde nadie puede, el más especial.

Soy un árbol milenario que te ofrece la sabiduría y fuerza de la vida, aceptando todos los desafíos.  

Cuando el viajero despierta está descansado, el árbol le ha dado protección y energía; pero lo extraordinario es su legado:  El Don de la aceptación. El Mejor regalo del Mundo.

Aceptar no es rendirse, ni renunciar, es olvidar lo que no puedes cambiar, ni depende de tí, para centrarte en lo que puedes hacer y darlo todo en tu hacer.

Sin aceptarte a tí, ni al otro, no pueden darse el Amor, ni la bendición de la paz, porque siempre habrá algún conflicto, algún temor.

No intentes cambiar a los demás, cambia tu relación con ellos y si crees que el mundo debe mejorar, da tú lo mejor.

Todos los conflictos entre amantes y personas, terminan con la mutua aceptación, y aunque en la vida, a veces hay dolor, aceptándolo, desaparece el sufrimiento.  

La aceptación es el mejor regalo del mundo, quien da origen a todos porque sin aceptación, ninguno da un gozo permanente.  Hazte ese regalo de amor, también a quienes amas y a quienes no.
Vivirás la paz y la dicha del verdadero amor. 

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