Si asumes que creas tu destino con tus pensamientos, decisiones y actos, puedes cambiar lo que no te guste de ti o de tu vida, cambiando pensamientos, decisiones y actos. Eres libre. Puedes dejar atrás todo lo que no quieras e ir a por lo que hasta ahora no te has atrevido.
Felicitate. Asume tu grandeza, el maravilloso don que la Naturaleza te ha dado. Agradécelo y empieza a vivir con más conciencia de quien eres, qué decides y por qué lo decides. La clave es tomar mejores decisiones para mejorar tu vida.
¿Qué necesitas para tomar mejores decisiones?
Cultivar la conciencia y la presencia. Si vas caminando sin estar presente, en tus pensamientos y sin leer los carteles con las indicaciones del camino, ¿cómo podrás tomar la dirección correcta? Prácticamente imposible. Los diferentes tipos de meditación que te proponemos en la parte práctica del cuso te ayudan a ejercitar tu conciencia y tu presencia.
Evaluar tus decisiones desde el punto de vista de la energía. Como ya sabes siempre hay algo que ganas o crees poder ganar con cada decisión que tomas y también algo pierdas. Conseguir el mejor resultado con el mínimo esfuerzo, es lograr la eficiencia energética que persiguen todos los seres vivos.
Sé más natural. Escucha a tu cuerpo. Si fuésemos naturales, si viviésemos la verdad de nuestro cuerpo, nunca tomaríamos decisiones contrarias a nuestra propia naturaleza porque de una forma espontánea buscaríamos lo agradable, sin complicarnos la vida pero nos han enseñado no sólo a ir contra la Naturaleza sino también a ir contra nuestra naturaleza y nuestras propias necesidades naturales; esto crea profundos desequilibrios y distorsiones. Estar más en ti, en tu cuerpo, escucharte, sentirte y ser más consciente de lo que realmente necesitas, te ayudará a tomar mejores decisiones.
Observa el propósito que tienen tus acciones, la ganancia que buscas para ver si merece la pena o no. A medida que estamos con nosotros, nos será cada vez más fácil descubrirlo y hacer las cosas que realmente te convienen, sabiendo valorar cada uno de tus actos y decisiones.
Busca la armonía en tus relaciones. Si aceptas que tú tienes tus intereses en tu encuentro con el otro, el otro también lo tiene. Es algo natural. Caer en conflictos de intereses o buscar la armonía es también tu decisión. La convivencia es siempre un reto para alcanzar el equilibrio y la armonía, entre tú y los demás. Necesitar imponerte a los demás o dejar que se impongan a ti es también tu decisión.
¿Tus decisiones buscan realmente lo mejor para ti?
La orientación natural de una decisión vital, es buscar lo mejor para esa persona, su mayor gozo, su mayor realización. Si un ser vivo se conforma con algo pequeño y que no le satisface totalmente, es porque no se atreve a conseguir lo necesario o no quiere permitírselo por castigarse o creer que no se lo merece.
No aplicar la energía correctamente, es dejar que sean tus miedos, complejos o inseguridades, quienes decidan tus actos.
¿Tus actos, metas y propósitos buscan realmente lo que quieres?
¿Lo que quieres y buscas, es realmente lo más gozoso y mejor para ti?
¿Hay algo que condiciona tus metas y propósitos?
¿Realmente te das y permites lo mejor para ti?
Qué alimentas con tus decisiones? Las consecuencias de tus decisiones ¿Qué fomentas y qué niegas?
Tus decisiones, no solo buscan un propósito o ganancia, también fomentan o alimentan algo de ti y, posiblemente, nieguen lo contrario.
Por decirlo así, te conviertes en aquello que decides ser. Cada decisión alimenta algo de ti, desarrolla un valor o niega algo de ti. Si tu decisión está motivada por el miedo niegas tu valor y fomentas tu cobardía.
A la hora de valorar tus decisiones, no es solo importante la energía que gastas y lo que puedes ganar o perder, también lo que alimentas de ti porque es en lo te conviertes.
Si tomas decisiones desde tu grandeza, te conviertes en alguien grande y eso te gustará, te dará placer de verte así. Si tomas tus decisiones desde lo más pequeño y bajo de ti, te conviertes en alguien pequeño y eso no te gustará, sentirás cierta frustración por verte así.
Date cuenta de la importancia que tiene que tus decisiones sean correctas, que realmente decidas lo mejor para ti, sin complejos ni limitaciones porque lo quieras o no, te vas a convertir en lo que decidas ser y esas decisiones van a crear tu destino, te conducirán al gozo o al dolor.
Deseo de lograr algo o de evitar algo
Hay otro aspecto a tener en cuenta a la hora de evaluar tus decisiones porque dicen muco del estado en que estás. Yendo a la vida o huyendo de algo. Básicamente hay dos clases de decisiones.
El deseo de lograr algo. Cuando tus actos buscan conseguir y tu acción es vital.
El deseo de evitar algo. Es un tipo de actuar típico de cuando alguien está a la defensiva. Son decisiones motivadas por el miedo: miedo a sufrir, a perder, al abandono, etc. No son decisiones vitales, no te llevan a la vida para lograr algo sino que te alejan de la vida por miedo a sufrir algo.
¿Actúas sin complejos, ni limitarte a ti mismo, buscando tu gozo y lograr tus sueños? si es así entonces tus actos son naturales, vitalistas y nutridores. Acción Vital
¿Actúas a la defensiva, más pensando en evitar problemas, dolores o fracasos que en lograr tus objetivos?
Entonces tus actos no son naturales ni espontáneos, no te nutrirán todo lo que deben porque están pensando en no perder más que en ganar, actuando a la defensiva. Acción Bloqueada.
Debes reflexionar del por qué tienes miedo a eso que quieres evitar y qué te estás perdiendo mientras que permanezcas en esa decisión de huida.
Guía para tomar decisiones vitales
No debes tomar ninguna decisión sin el convencimiento de que será mucho mejor para ti, entendiendo como mejor, el tener una vida más plena, más gozosa, con menos dolor y sufrimiento.
Nunca tomes tus decisiones por los demás, por la moral o por lo que debe de hacerse sino porque realmente son positivas, válidas y buenas para ti, en el sentido de mejorar tu vida.
No es un camino hacia el egoísmo porque una decisión a la que te invitaré siempre es vivir con amor, darte el placer de poder amar; pero nunca amarás realmente a nadie porque el otro te lo pida, por ser buena persona, compromiso u obligación porque así no disfrutarás de tu amor y, difícilmente, podrás amar de una forma permanente.
Recuerda las preguntas fundamentales para evaluar tus decisiones son:
¿Qué estás haciendo? Date cuenta de lo que haces
¿Por qué lo estás haciendo? Sé consciente del por qué haces las cosas.
¿Para qué lo estás haciendo? ¿Qué pretendes ganar o conseguir? ¿Qué pierdes o puedes perder?
¿Merece la pena permanecer en esa actitud, en esa decisión?
Vamos a ampliar estas preguntas tan concretas a un tipo de situación muy frecuente. Una discusión familiar o de pareja, es decir con alguien que supuestamente amas.
¿Qué estas haciendo? Discutir con alguien que amo.
Por qué lo estás haciendo? La respuesta serían las supuestas razones que han originado la discusión, a veces peregrinas o sin importancia porque se discute por algo mucho más interior. Me siento amenazado, deseo conseguir algo o evitar algo, etc.
¿Para qué lo estás haciendo? ¿Qué pretendes ganar o conseguir?Aquí la respuesta suele ser muy clara aunque no seamos conscientes.
Discuto para que me den la razón, para imponer mi criterio o supuestas razones.
¿Qué pierdes o puedes perder? Pierdo la armonía, la paz, al menos durante ese momento el amor y gano estrés, tensión y hasta cabreos.
¿Merece la pena permanecer en esa actitud?
Normalmente no merece la pena las discusiones. Nadie gana y todos pierden.
Estas preguntas sirven para evaluar actos y realidades concretas, pero hay otras más generales para evaluar actitudes en la vida, si lo que deseas y haces es lo realmente mejor para ti.
¿Tus actos, metas y propósitos buscan realmente lo que quieres?
¿Lo que quieres y buscas, es realmente lo más gozoso y mejor para ti?
¿Hay algo que condiciona tus metas y propósitos?
¿Realmente te das y permites lo mejor y más gozoso para ti?
¿Qué estás alimentando, fomentando en ti con tus decisiones?
Es una forma muy interesante de evaluar una decisión que hayas tomado o quieras tomar.
Hay decisiones que estimulan tu grandeza, te convierten en una persona grande y otras pueden hacerte más bajo, menos orgulloso de ti.
Ponte en la perspectiva de las distintas opciones que tengas antes de decidir y, desde cada opción, imagina que tomas esa decisión.
Después preguntaté. Tomar esa decisión que alimenta de mi, que parte mía gana al tomarla. Puede ganar tu miedo, tu amor, tu valor, tu orgullo.
Cada decisión que tomas apuesta por algo y ese algo puede ser lo más elevado de ti o lo más bajo y, de alguna manera, te convierte en ese algo porque alimenta esa actitud.
Si tu decisión es no perdonar y permanecer en el rencor, alimentas tu orgullo y la parte más negativa de ti, una parte que también te hace sufrir a ti.
Si tu decisión es renunciar a algo que en realidad deseas, sea por miedo o cualquier otra supuesta razón, esa decisión te convierte en una persona frustrada, que no se atreve a ser ella misma y vivir sus sueños.
Si tu decisión está motivada por el miedo niegas tu valor y fomentas tu cobardía.
Con todo esto tienes ya muchas consideraciones a la hora de evaluar tus decisiones. En el siguiente capítulo trataremos algo muy importante. Has decidido algo importante. Muy bien, pero ¿tu decisión es pura o hay algo interno que te resta para lograrlo?
Pincha aquí para la siguiente lección. La pureza o contradicciones en tus decisiones.