En una sociedad donde la sexualidad se ha condenado relegándose a la mera reproducción, tanto la masturbación masculina, como la femenina, se ha condenado duramente porque, desde el punto de vista reproductor, es un desperdicio de energía y, sobre todo, es el recurso sexual más asequible a todo el mundo y que permite disfrutar totalmente de la libertad sexual.
Esto para esas mentes oscurantistas es tan peligroso como necesariamente condenable. Hoy día se tienen conceptos bien diferentes de la masturbación.
No sólo se ve como algo natural sobre todo para las personas que temporalmente están solas sino también para quienes gozan de una pareja permanente; de hecho la masturbación frente a la pareja o el tocamiento mutuo de los genitales forma parte de la multitud de juegos y opciones sexuales que preceden al coito o lo sustituyen cuando es necesario.
El primer prejuicio que debemos desterrar sobre la masturbación es que es algo típico de personas solas o solitarias porque también puede darse dentro del ámbito de la pareja.
El siguiente prejuicio que debemos desterrar es que es algo más típicamente masculino que femenino y, aunque es posible que los hombres se masturben más que las mujeres, es algo que también se da en ellas y es todavía más necesaria; sobre todo para mujeres que difícilmente alcanzan el orgasmo con la penetración.
De hecho hay sexólogos que insisten en que si hay mujeres que no tienen orgasmos es porque no saben masturbarse o no lo han intentado; y todo esto al margen de la habilidad o no de sus compañeros sexuales.
Lo normal es que la masturbación sea la primera experiencia sexual de una persona y por lo tanto forma parte de su aprendizaje sexual antes de iniciarse con otros amantes y, dentro de esta lógica, no debe extrañarnos que las mujeres que han aprendido a masturbarse antes de ser amadas tengan más facilidad para llegar al orgasmo durante el coito que otras que nunca lo han hecho o no han desarrollado la habilidad y sensibilidad suficiente.
Es evidente que la masturbación tiene muchas cosas positivas. Es muy útil para las personas que están solas, para los amantes que temporalmente están separados, para afrontar situaciones donde hay miedo a enfermedades o embarazo, para mujeres que tienen problemas de alcanzar el orgasmo o con compañeros que sufren algún tipo de problema sexual o no son hábiles o considerados con su compañera.
Sirve también como parte de los juegos eróticos y de las fantasías sexuales. Es la forma menos comprometida de inciarse en los juegos sexuales compartidos.
Es útil en una pareja donde uno de los dos tenga una frecuencia sexual mucho mayor que la otra persona, además para conocer y comprender mejor el propio cuerpo, sus respuestas y necesidades y, en el caso de la masturbación mutua o frente a la pareja, para conocer mejor las necesidades sexuales de nuestro amante.